Nos movemos como pez en el agua por el ciberespacio, los cibercafés ya forman parte del paisaje urbano, el ciberespionaje se expande tanto en la vertiente industrial como ideológica, los ciberactivistas de Anonymus redoblan sus audacias; ciber, ciber, ciber. ¿Pero de dónde viene este término? Veamos primero cómo lo define diccionarios.com: “Elemento prefijal que surge a partir de la palabra cibernáutica y que entra en la formación de nombres con el significado de ‘cibernético’ y más concretamente de ‘informática’: cibernauta, cibercultura, ciberespacio.” Pues como no podía ser de otro modo, “ciber” es la adaptación de la abreviatura de un término inglés, “cybernetics” (cibernética), que a su vez tiene su origen en el término griego “kubernân”, que se traduce como gobernar. Como decimos, este prefijo ha entrado a formar parte de un buen número de palabras relacionadas todas ellas de un modo u otro con la red Internet. No obstante, parece como si lo “ciber” tuviera algo amenazador. La propia palabra cibernética ha quedado circunscrita al ámbito científico (no hay tiendas de cibernética, no, y cuántas en cambio de informática). El término cyborg, por su parte, surgió en Estados Unidos a mediados del siglo XX a partir de “cyb[er-]” y “org[anism]” para bautizar a un personaje de ciencia ficción que tiene una apariencia humana y está compuesto con partes vivas y partes mecánicas (lo que lo distingue de un androide); y mientras que para los paseantes pacíficos por la Red parece imponerse el término internauta sobre cibernauta, en cambio solo se habla de cibercriminalidad o ciberterrorismo.
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