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Diccionario médico de consulta
dolor
m. neurol. Impresión más o menos difusa y desagradable experimentada sobre un determinado órgano, que se produce al estimularse los algorreceptores*. Los estímulos térmicos, químicos, mecánicos o eléctricos son percibidos por dichos receptores nerviosos que, al detectarlos, emiten una serie de impulsos sensitivos transportados a través de las vías nerviosas hasta el córtex cerebral, donde son procesados y transformados en una sensación de dolor consciente. Biológicamente, el dolor es un mecanismo de protección que pone en estado de alarma al sujeto para que reaccione y evite cuanto antes la posible causa que origina el dolor: una agresión externa como un golpe, una quemadura, una herida, una úlcera gástrica, un infarto, una artrosis, etc. Además del dolor «como alarma» existen dolores que no parecen responder a una causa o que se hacen independientes del motivo que los originó (miembro fantasma de los amputados) o que adquieren un carácter de cronicidad volviéndose rebeldes al tratamiento (cáncer, ciertas inflamaciones). El dolor no siempre se experimenta en el mismo órgano en que se produce, sino que puede referirse a zonas lejanas (zonas de Head), p. ej. una lesión en el diafragma puede sentirse como un dolor en el hombro. A grandes rasgos el dolor podría dividirse en varios grupos: dolores por exceso de nocicepción, es decir, los debidos a un estímulo intenso de los receptores nerviosos del dolor que excederían los sistemas inhibidores del organismo (a este tipo de dolor pertenecerían los dolores inflamatorios o cancerosos); los dolores debidos a una desregulación de los sistemas endógenos de analgesia (endorfinas), a este tipo pertenecerían los dolores talámicos; y los dolores debidos a lesiones del sistema inhibidor de las fibras gruesas de la sensibilidad táctil, en este tipo se incluirían los dolores de los amputados (miembros fantasma). En la actualidad se dispone de un enorme arsenal de medicamentos muy eficaces para mitigar y anular el dolor, divididos en analgésicos periféricos y analgésicos centrales; además existen terapias paralelas, como la acupuntura y la estimulación eléctrica cutánea que resultan muy eficaces en ciertos casos. Los dolores más rebeldes también tienen su tratamiento; en estos casos pueden ser combatidos con un tratamiento anestésico (infiltraciones con lignocaína, con fenol o con alcohol) o quirúrgico (interrupción nerviosa, estimulación talámica, cordotomía anterolateral, radicotomía selectiva, colocación en los ventrículos cerebrales de reservorios de opiáceos, etc.).
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